sábado, 18 de octubre de 2014

Él.

Era un día normal, como cualquier otro y Mica no podía levantarse, se hizo tarde y faltó a clases, nada importaba mucho desde que él la había dejado.
Cuando al fin logró levantarse, bajó a la cocina por un café, tomó su taza preferida: una blanca con el dibujo que él había hecho de ella, lo miró unos segundos y sirvió el café que su madre le había dejado hecho; Un par de galletas y caminó a la sala.
Frente a ella vio el enorme librero lleno de libros de cocina de su madre, fotografías de sus hermanos y abuelos y, atrás de una figura de cerámica, como si alguien tratará de esconderle, se encontraba una fotografía de él, sonriente como siempre con sus eternas gafas azules. Sonó el teléfono y no pudo evitar derramar unas gotas de café sobre el vidrio de la fotografía. Número equivocado. Por fortuna esa llamada la había sacado de sus pensamientos, había sacado a ÉL de sus pensamientos; y es que aún no era tiempo de recordar todos los momentos que vivió a su lado, mucho menos en todos los que se perdió por "estar ocupada". Extrañarlo estaba de más, pedirle perdón también; A ciencia cierta no sabía quién había tenido la culpa de todo, quizá nadie. Al final, a ella le gustaba pensar que no era más que un ser humano con muchos defectos al igual que él lo era.

Era tarde, su padre había muerto 2 meses atrás. Pedir perdón, estaba de más.

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